LA HIDALGA

LA HIDALGA

MACACHA GUEMES

(1787 – 1866)

«En momentos de apuro, montaba a caballo, recorría las filas, arengaba las tropas. Frente a los escuadrones gauchos, gaucheaba sin titubear. De niña cabalgaba en pelo, criada en el campo conocía a sus hombres y sus árboles, sus costumbres y sus voces.»

Bernardo González Arrili

Según Bernardo Frías era “…mujer ambiciosa, intrigante y animosa, al paso que dotada de garbo y hermosura…” , “… arrogante y hermosa, que durante el gobierno difícil de la guerra, habría de llevar la armonía a las pasiones, la prudencia y el acierto en los consejos, la luz en los momentos más delicados del peligro y una sagacidad e inteligencia nobles y generosas en la diplomacia, acompañado todo ello de la seducción y el encanto que se desprenden de la mujer inteligente y culta” .

Pero por sobre todas las cosas, era la hermana preferida de Martín Miguel, se llamaba María Magdalena, pero todos la conocieron como Macacha.

Nació en 1787, su padres pertenecían a la alta sociedad y la educaron en la convicción de que la niña no había nacido para llenarse de hijos y pasarse la vida rezando. Como todas las niñas distinguidas de la sociedad aprendió a bordar, a tocar el piano y a bailar, pero ella además se empezó a preparar para asumir un destino político.

A los 16 años se casó con Román Tejada Sánchez, un oficial de las milicias de su hermano, y aunque Macacha era unos cuantos años menor que su marido todas las comadres sabían que la que mandaría en esa pareja sería ella. Algo cierto debe de haber habido en ese rumor porque en un tiempo en que las mujeres se identificaban con el apellido del marido, “la Macacha” siempre fue una Güemes y a nadie se le ocurrió llamarla Tejada o “señora de”.

Si alguna debilidad tiene esta mujer empecinada y enérgica es con su hermano, con quien conversa de igual a igual. Ella es la única persona a la que Martín Miguel le permite que lo contradiga.

Cuando llega la noticia de la Revolución de Mayo, “la Macacha” ya sabe lo que tiene que hacer. Su prédica persistente y atrevida le permitirá ganar para la causa a un importante numero de mujeres. Convertirá su casa en taller para confeccionar ropa para los soldados. Sacará partido de su inteligencia y de su posición para desempeñar tareas arriesgadas, liderando una red de informantes que actuaba en Salta, Jujuy y Tarija, aportando datos fundamentales para controlar al enemigo. Todo lo que sucedía en la región, “Macacha” lo sabía de inmediato.

Entre los integrantes de esa red se encontraban mujeres de la alta sociedad y campesinos que, mezclándose con partidarios y opositores, recogían datos que ella interpretaba y transmitía a Martín Miguel, despertando la admiración de los realistas.

“Aquí traigo, Macacha, la luz de las guitarras./ Aquí te dejo un ramo de luna y de jazmín. /Quiero adornar tu reja con mi copla de España,/ dulcísima enemiga: te bendigo al partir”. “La trova de la Macacha”, César Perdiguero.

Cuando estuvo a punto de concretarse el enfrentamiento entre las fuerzas de Buenos Aires al mando del Gral. Rondeau contra las milicias de Martín Miguel de Güemes, una guerra de recursos demoledora, Macacha con su sagacidad política actuará como mediadora logrando que suscriban un compromiso de no agresión, paz que es conocido como la «de los Cerrillos».

En la noche del 7 de junio de 1821, Güemes se encontraba en la ciudad de Salta, en la casa de La Amargura y de Yocci (hoy Balcarce y España), cuando una avanzada realista lo atacó e hirió, causándole la muerte diez días más tarde. En dicha circunstancia, Macacha le estaba informando de la llegada sigilosa a Salta de las tropas realistas.

Frente a esta dolorosa perdida, Macacha no claudicó y continúo participando de los sucesos políticos de la provincia con la valentía que la distinguía. Intervino en la llamada «Revolución de las Mujeres» que, con el apoyo militar de Pablo Latorre derrocaron al gobernador Fernández Cornejo y pusieron en el cargo al general doctor José Ignacio de Gorriti.

Su carácter franco unido a maneras cultas y distinguidas, hacía su compañía sumamente agradable. Tenía el mismo trato amable para la gente encumbrada que para la humilde, porque era una dama de gran corazón.

“Señora Macacha Güemes/ mujer de Román Tejada/ la Patria le debe gloria/ por noble y determinada. /Bondad de fueros la suya /nadie los ha puesto en crudo/ porque usted trató al humilde lo mismo que al copetudo”. “Señora Macacha Güemes”, León Benarós

Muy querida por el pueblo debido a la generosidad con que ayudaba a los necesitados, la llamaban “Mamita de los pobres”.

“Mamita del pobrerío/ palomita mensajera/ que entre el gauchaje lucía/ lo mismo que una bandera”. “La Macacha”, Jaime Dávalos

Tenía en la clase distinguida tantas buenas relaciones de amistad cuantas casas “decentes” había en Salta, sin que pudieran destruirlas ni aminorarlas las tirantes desavenencias políticas a que diera lugar el gobierno de su hermano.

Macacha Güemes fue una hidalga mujer de Salta que trabajó incansablemente al lado de su hermano, el héroe gaucho, para garantizar la emancipación de este continente. Su aporte a la causa patriótica ocupa un importante lugar en la historia de su tierra, y su vida con el tiempo se convirtió en una leyenda para el sentir de su pueblo.

MACACHA GUEMES

(1787 – 1866)

«At trying times, she got on her horse, went through the lines and harangued the troops. In front of the squads of gauchos, she behaved like a gaucho without hesitation. When she was a little girl, she rode bareback; she had been brought up in the country and knew its men and its trees, its customs and its voices. «

Bernardo González Arrili

Bernardo Frías described her as “… an ambitious, intriguing and brave woman, of great elegance and beauty …”, “… arrogant and striking, during the difficult government of wartime, she would bring harmony to passions, good sense and sound advice, enlightenment in the most delicate moments of danger, noble and generous wit and intelligence to diplomacy. These features were accompanied by the seduction and charm that any intelligent and cultured woman reflects …”

However, above all this, she was Martín Miguel’s favourite sister. Her name was María Magadalena, but everyone knew her as Macacha.

She was born in 1787; her parents were members of the upper class and brought her up with the conviction that the girl had not been born only to have babies and spend her days in prayer. Like all other distinguished girls of society, she learned to embroider, to play the piano and to dance gracefully. However, she also started to prepare herself for a destiny in politics.

She married Román Tejada Sánchez, an officer in her brother’s militia, at the age of 16. Even though she was much younger than her husband, the gossips knew that Macacha would be the one wearing the trousers in that relationship. There seems to have been at least some truth in those rumours because at a time when women always took their husband’s surname, she remained “la Macacha” Güemes all her life and no one ever thought of calling her “Mrs.Tejada”.

This stubborn and energetic woman had but one weakness: her brother Martín Miguel, with whom she spoke on equal terms. Moreover, she was the only person who could and dared contradict him.

When the news of the May Revolution finally reached Salta, “la Macacha” already knew what she had to do. Her persistent and bold speeches helped her win a considerable number of women to the independent cause. She turned her house into a workshop where women sewed clothes for the soldiers. She took advantage of her intelligence and social status to carry out risky missions and was in charge of a network of informants who operated in Salta, Jujuy and Tarija and who provided vital information to control the enemy. In this way, “Macacha” knew about what was happening in the area.

Among the members of this secret network, there were ladies of the upper class and peasant women who mingled with both supporters and the enemy in order to gather information that Macacha later interpreted and passed on to Martín Miguel. The royalist army eventually admitted their admiration for such operations.

“Here I bring, Macacha, the light of guitars./Here I leave you a bouquet of moonlight and jasmine./I want to decorate your window with my Spanish verses,/My sweetest enemy: I bless you as I leave.” “The ballad of la Macacha”, César Perdiguero

At one point during the years of the struggle for independence, the confrontation between the army from Buenos Aires under the command of General Rondeau and the militias of Martín Miguel de Güemes became imminent. Because of her political sagacity, Macacha understood that such a war would be devastating and acted as mediator. As a result, both men signed a non-aggression pact known as “Peace of Cerrillos.”

On June 7th 1821, Güemes was in Salta, in a house located on La Amargura and de Yocci (today Balcarce and España streets), when a royalist advance party attacked and wounded him. He died ten days later. His sister had informed him of the stealthy arrival in Salta of the Spanish troops.

Despite such distressing loss, Macacha did not give up and continued to take part in the political events of the province with her usual bravery. She was involved in the so called “Revolution of the Women” which had the military support of Pablo Latorre and succeeded in overthrowing Governor Fernández Cornejo and replacing him with general doctor José Ignacio Gorriti.

Her open manner and refined, elegant ways made her the most agreeable of all companions. She treated prominent and humble people in the same kind way, which showed she was a true lady with a heart of gold.

“Señora Macacha Güemes/ Román Tejeda’s wife/Our country owes you glory/ Because you are noble and determined/ Your genuinely pure kindness/ No one can deny/ Because you have treated/ Rich and poor alike.” “Señora Macacha Güemes”, León Benarós

She was very much loved by the common people because of her generosity towards the needy, who called her “mummy of the poor.”

“Mummy of the poor/ Little carrier pigeon/ She shone among the gauchos/ Like a waving flag.“ “La Macacha”, Jaime Dávalos
Macacha was able to keep as many friendly acquaintances as “decent” families of the upper class lived in Salta and the strained relations or political disagreements caused by her brother’s ruling could never ruin or lessen this mutual affection.
Macacha Güemes was a noble lady of Salta who worked tirelessly with his brother, the heroic gaucho, to guarantee the independence of the nations of this continent. Her contribution to the patriotic cause occupies an important place in the history of her province, and with time her life has become a legend for the people who live there.